13 nov 2011

TU TELO INTERIOR

NO ME GUSTAN LAS DESPEDIDAS. Bueno, en realidad creo que nadie es fan de ellas. Menos las que terminan con un último abrazo y lágrimas… realmente son una cagada.
No me gusta despedirme de alguien querido, no me gusta saber que por más que vamos a seguir hablando (no siempre se cumple), que vamos a permanecer en contacto, ya nada va a ser lo mismo, más cuando nos separan kilómetros y kilómetros.
Hay una archi conocida frase que dice algo como “Lo que no me mata me hace más fuerte”… recién me entero de que fue Nietzsche el que la escribió, ese Nietzsche que tanto habla del nihilismo, de que el mundo es todo percepción e interpretaciones. Sabio Nietzsche, pero no te puedo dar la razón en esto.
Me matan las despedidas
Yo me imagino el cuerpo de una persona como millones de cuartos uno al lado del otro, como si fuera un motel de película Yanki, esos que tienen los cuartitos juntos y la piscina en el medio… ¿Me siguen? Allá vamos…
Cada cuartito lo ocupa, en mi opinión, una persona, un momento determinado, una hora, un ejercicio, un saludo, un beso, un abrazo, cada cuartito es exclusivo, cada uno de esos momentos o personas tiene la llave y combinación única para entrar.
Una despedida es otorgarle el check-out de tu telo (o albergue TRANSITORIO, como quieran llamarle) interior. Podés patalear, podés gritar, podes llorar, podes suplicar, o incluso regalarle dias, meses, años de estadía gratis en el cuarto… pero el momento de la despedida es inevitable en muchos casos. No importa si ese cuarto era de categoría V.I.P, o un cuchitril para guardar escobas, el check-out no es simplemente cerrar la habitación con llave, darsela al dueño del motel y que se la de a algo o alguien nuevo… este check-out es permanente.
Perdoname Nietzsche, pero a mi, cada despedida me mata, cada check-out es una lucecita más que se apaga de mi motel 3 estrellas. Puedo recurrir a un amigo electricista que intente reparar la lucecita, o un artista que pinte un cartel de OCUPADO en la puerta, pero al lucecita sigue apagada, no tiene arreglo, se agotó, se fue, c’est finit, se murió.
Odio las despedidas, odio los check-out que sabes que son para siempre, o que por más que vuelvan, algo en el cuarto va a faltar. Me descomponen las despedidas, me hacen llorar, mariconear de lo lindo, me deprimen, me sacan, no me fortalecen, me matan una partecita mia.
No puedo dejar de pensar cuantos check-out voy a tener que hacer el año que viene…
¿Y si mejor abro un telo nuevo?

1 comentario:

  1. Me gusta el estilo de tu blog.Serio pero contundente :)
    Cuando quieras estas invitada a opinar en el mio.
    http://notreetincelle.blogspot.com/

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